lunes, 28 de noviembre de 2011

LEER POR AMOR

La lectura, resurrección de Lázaro, levantar la losa de las palabras
Georges Perros  


En Como una novela, el popular escritor y profesor Daniel Pennac nos proporciona algunas lúcidas claves sobre uno de los problemas de más largo debate en la escuela y la sociedad: la desmotivación para la lectura en niños y adolescentes. En sus palabras, no se trata tanto de un ensayo sobre el fenómeno lector como de una “tentativa de reconciliación con el libro”. El libro, ese objeto extraordinario que en la primera infancia desplegaba universos de libertad y fantasía, y que se ha convertido para muchos jóvenes en un acantilado de páginas indigestas contra el que se estrellan sus largas horas de incomprensión y aburrimiento. 

Pennac comienza con una reflexión de orden gramatical: “El verbo leer no soporta el imperativo”. En efecto, resulta tan absurdo conminar a alguien a leer como a soñar o a amar. Se lee porque se quiere, porque nos produce placer, porque es un acto de libertad gratuita, como lo es nuestra disposición al arte o al amor. Por ello este peculiar antimanual de lectura no establece un decálogo de deberes, sino de imprescriptibles derechos de los lectores, encabezados por el fundacional derecho a no leer.  La cuestión es si en la escuela y en la familia se invita, se persuade, se “da” a leer, o más bien se considera la lectura un aprendizaje obligatorio destinado a la asimilación de conocimientos tasados. 

Decimos: la culpa es de la competencia con la televisión, los videojuegos y los teléfonos móviles. O de una escuela mal dotada, con profesores desalentados y programas ineficaces. O de una familia que no lee y tiende a delegar sus responsabilidades y prerrogativas en las instituciones educativas. Puede que todos estos factores estén incidiendo en diversa medida en cada uno de esos adolescentes que consideran la lectura un auténtico azote, pero como recuerda Pennacreleyendo a Rousseau el mejor método para animar a leer es despertar en el niño el deseo de aprender, con el acento puesto en el deseo. 

Special librarian, wizard of reading. Agnes Boulloche
Special librarian, wizard of reading. Agnes Boulloche


Porque continúa Pennac más allá de las razones históricas y sociológicas, lo que se elude siempre en el análisis del fracaso lector es un acto de traición. No es posible dudar respecto a nuestra insaciable apetencia de ficciones: entre los relatos orales de chamanes, cuentistas y juglares y las modernas fábulas audiovisuales del cine y la televisión, el ser humano –desde siempre y desde la infancia– tiene hambre de historias. Casi todos podemos recordar ese momento mágico en que la unión trabajosa de varias letras se transmutó en la presencia insoslayable de nuestra madre, de nuestra casa o del sol; un descubrimiento equiparable para el autor al hallazgo alquímico de la piedra filosofal. Y cuando nos planteamos por qué esos niños ávidos de seguir los renglones del cuento nocturno se han convertido en muchachos que odian leer, escamoteamos el hecho de que hemos traicionado su natural amor por la lectura al convertirla en dura tarea sometida a un rendimiento reglamentado, imponiéndoles la  glosa, la exégesis y la memorización al  libre y personal descubrimiento; en resumen: matamos en ellos el placer de la lectura y nos extrañamos de que no quieran leer. Leer ¿para qué? ¿para rellenar una ficha que demuestre que cumplen las expectativas del sistema académico? Lo que Pennac propone es que comencemos a leerles Ana Karenina y dejemos que su natural curiosidad los mueva a buscar el libro en la biblioteca para saber cuanto antes qué llevó a la protagonista a arrojarse bajo las ruedas de aquel tren. Esto es, volver a las raíces de la oralidad y alentar el redescubrimiento del amor por la narración. 


Reading adventures.Norman Rockwell
Reading Adventures . Norman Rockwell
Puede parecer muy utópico este planteamiento si lo confrontamos con las exigencias de cumplimiento del “programa”. El Pennac profesor es muy consciente de la necesidad de enseñar a los clásicos, pero su propuesta es partir de la reconciliación con aquello que se lee, para llegar inadvertidamente a lo que hay que leer. Y confío en su experiencia pedagógica cuando dice que La princesa de Cléves se convirtió en el hit-parade de una clase de segundo grado encasillada a comienzo de curso en la categoría de  irreparables “no-lectores”. Con frecuencia estos “malos alumnos” y de eso sabe mucho el Pennac que pasó toda su escolaridad etiquetado de “cancre– no son más que chavales a los que se ha hecho creer que la lectura es un acto elitista para el que nunca estarán dotados. No hay que confundir la cultura con la experiencia lectora. Porque para una sociedad como la nuestra los competentes bachilleres, licenciados y catedráticos son necesarios, pero los buenos lectores son imprescindibles.

La lectura es entonces un acto de resistencia –en última instancia contra la muerte, un ejercicio de autoconstrucción y de encuentro con otros, pero ante todo y sobre todo una cuestión de preferencia –vale decir, de amor. Los que asumen con naturalidad el argumento de “no tener tiempo para leer”, deberían considerarlo tan inaceptable como el de “no tener tiempo para enamorarse”. Aprendemos a elegir a nuestros amigos y nuestros libros, amándolos

Vale la pena entonces replantearse la figura del educador en el ámbito de ese particular “celestinaje”, como el facilitador de la enorme potencia seductora de la literatura. O en términos de Pennac, cambiar la estrategia del imperativo por la del gerundio.   

Pennac, Daniel. Como una novela (1992). Barcelona: Anagrama, 2009. 172 p. Traducción de Joaquín Jordà. 

3 comentarios:

  1. Gracias por la síntesis del ensayo de Pennac -mea culpa, no lo he leido-. Debería ser lectura recomendada (incluso obligada, ya que cobran por hacer su trabajo) para concejales, consejeros, ministros... relacionados con cualquiera de los organismos educativos. Me parece muy acertada la fórmula de la narración oral "a medias" como forma de persuadir para conocer el final de la historia solo mediante la lectura. No he realizado una encuesta científica, pero sí creo recordar que todas las personas a las que conozco y a quienes les gusta leer con cierta frecuencia, tuvieron en su infancia padres que les leían cuentos, les contaban historias y les regalaban libros.

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  2. Este artículo (http://blogs.elpais.com/vientos-de-brasil/2011/11/los-libros-como-antidoto-contra-la-crisis.html) es muy interesante tratando la cuestión del fomento de la lectura.

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  3. Me parece fundamental sembrar el amor por la lectura en la infancia (el amor en general)pero es es más difícil y largo -como señala Pennac- persistir en el ejercicio de la gratuidad. Respecto a los políticos, creo que (en general)habría que inventar para ellos una escuela de la honestidad. Y es probable que acabaran comprando el título. Muchas gracias por tu comentario y por el link. Lo leeré en cuanto pueda. Un abrazo

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