Para quién

Imagen: Colette Calascione

Para los que ya leen y para los que se plantean empezar a hacerlo. Para los que quieren viajar a la jungla misteriosa de Kipling y a las playas deslumbrantes de Stevenson, a la Rusia zarista de Tolstoi y a la América negrera de Twain. Para los seducidos por el horror que habita en el corazón de un río, la locura lúcida de un hidalgo, la pasión en las cumbres. Para los que en Macondo conocieron el prodigio del hielo. Para los lectores del Libro de arena. Para los que escuchan el Arpa de hierba y los que todavía desmigajan la eterna magdalena. Para los que se arrojan al abrazo de las tentaciones y se angustian en los pasillos opresores del universo Kafka. Para los que temblaron en las oscuras criptas de Poe. Para los que no leen pero sienten curiosidad por asomarse a otras ventanas. Para los que odian leer y quieren saber por qué.

Para los astronautas y los trapecistas. Para las madres exhaustas y las madres entusiastas. Para los xilofonistas. Para las putas. Para biógrafos exquisitos y exploradores abisales. Para filósofos feroces y jardineros melancólicos.

Para dipsómanos e insomnes. Para ángeles caídos que se levantan una y otra vez. Para pasteleros, tanguistas y otros poetas. Para los dinosaurios. Para los guerrilleros del tedio, los amantes dispares, los adictos al veneno de las palabras.

Y muy especialmente, para los náufragos.