lunes, 12 de marzo de 2012

LA REBELDÍA DE CAMUS

"La revolución consiste en amar a un hombre que no existe todavía. Pero el que ama un ser viviente, si lo ama verdaderamente, no puede aceptar morir más que por aquél"
A. Camus. El hombre rebelde


El Centro Andaluz de Teatro ha querido participar en las celebraciones del bicentenario de la Constitución de 1812 (“La Pepa”), con su puesta en escena de la obra de Albert Camus, El Estado de sitio. Estrenado el pasado 10 de enero en el Gran Teatro Falla de Cádiz, el espectáculo ha podido disfrutarse hasta el 3 de marzo en diversas ciudades andaluzas, concretamente en Málaga entre el 23 y 26 de febrero pasado dentro de la programación del teatro Cánovas.

Son muchas las conexiones de Albert Camus con nuestro país: las raíces menorquinas de su familia materna, sus numerosos actos y escritos de apoyo a la causa republicana, por los que recibió el título de comendador en la Orden de la Liberación de España, y su reconocida admiración por nuestra literatura, de la que realizó entre otras las adaptaciones de El Caballero de Olmedo, de Lope de Vega, y La Devoción de la Cruz, de Calderón.

Ante la cruenta represión de la rebelión minera en Asturias en 1934, Camus puso en escena con su compañía L’Equipe, La Révolte des Asturies (La rebelión de Asturias), cuya representación fue pronto prohibida por unos contenidos que las autoridades del momento consideraron altamente subversivos. 

María Casares
 María Casares, musa de Camus 

En L'État de siège (El Estado de sitio), Camus sitúa la acción en un legendario Cádiz, la misma ciudad que sufrió el duro asedio de las tropas francesas entre 1810 y 1812, y durante el que las Cortes Generales promulgaron una nueva Constitución frente al absolutismo monárquico, verdadero hito democrático y liberal en la Europa de la primera mitad del siglo XIX.

El estreno de la pieza de Camus tuvo lugar el 27 de octubre de 1948 en el teatro Marigny de París, con vestuario y escenografía a cargo de Balthus, música de Arthur Honegger y dirección de Jean-Louis Barrault, que también formó parte del elenco de actores junto a la compañera sentimental de Camus, la actriz española María Casares, musa del existencialismo francés. La pretensión de “espectáculo total” del autor queda bien reflejada en el prefacio de la obra, en el que escribe: “No se trata de una pieza con una estructura tradicional sino de algo cuya ambición manifiesta es la de combinar todas las formas de expresión dramática, desde el monólogo lírico, hasta el teatro colectivo, pasando por la pantomima, el simple diálogo, la farsa y los coros”. El resultado es una mezcla de tragedia griega y auto sacramental que desarrolla el universo de La Peste y supone un apasionado alegato en favor de la libertad, el amor y la confianza en el espíritu rebelde del hombre frente al acoso de la tiranía y sus flagelos.


Un momento de la representación de El Estado de sitio 

Con dramaturgia de Juan García Larrondo,  música de Antonio Meliveo, dirección de José Luis Castro, y un notable reparto encabezado por Antonio Dechent, Esther Ortega, Luis Rallo, Celia Vioque y Juannma Lara, la puesta en escena del CAT es fiel a esa concepción múltiple del original. El fruto del diálogo entre texto, música y efectos audiovisuales consigue recrear magníficamente la opresiva atmósfera de una  isla mediterránea transformada en tenebrosa prisión por el azote apocalíptico de la peste y la muerte. 

La obra desarrolla los temas del universo literario de Camus e incide en la necesidad de luchar para preservar la dignidad, arriesgando incluso la propia vida, frente a la sumisión alienante que impone cualquier Estado dictatorial. La Muerte, una escalofriante funcionaria con estética a lo “Nosferatu”, interpretada espléndidamente por la joven actriz Esther Ortega; la Peste, un cruel y todopoderoso déspota, al que da vida Juanma Lara; y la Nada, un borracho vagabundo en el que Antonio Dechent encarna un furioso nihilismo, funcionan como trasunto alegórico de las fuerzas oscuras que intentan encadenar a los pueblos y los individuos movilizando los resortes del miedo, la ruindad y la insolidaridad humanas. 

El héroe, el joven enamorado Diego/Luis Rayo, consigue traer de nuevo la libertad a un pueblo que se arrastra sonámbulo bajo las consignas paralizantes de la dominación. El arma secreta anida en su corazón, como en el del resto de los hombres: despreciar el miedo y entregarse con pasión a la lucha por una libertad inalienable, “sin apelación”, que debe vivirse en la conciencia –como quería Camus de que si no existe para todos, no existe para nadie. Un arma poderosa que hoy, como siempre, conviene tener presta.  

2 comentarios:

  1. El teatro de Camus siempre lleva a la reflexión. Como sus novelas, esencialmente "La caída"...

    Saludos.

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  2. Sí, en "La caída" reflexiona con brillantez y melancolía Camus sobre el absurdo de la existencia y el peso de la soledad ante una responsabilidad y libertad inapelables en un mundo en que Dios se ha olvidado de los hombres.

    Gracias por tu comentario. Saludos

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