martes, 6 de diciembre de 2011

TSVIETÁIEVA, EL CAMINO EN LLAMAS

 Quieres describir un árbol, ¡pues conviértete en árbol!
 M. Tsvietáieva


Marina Tsvietáieva vivió la poesía como un destino inapelable. Escribió contra la pobreza, contra la incomprensión y el escándalo de muchos de sus contemporáneos, contra los reveses del mundo convulso que le tocó habitar. En una de sus cartas definía el siglo XX como “un siglo dispuesto a dar diez Pushkin por un coche”; y en “El poema de la montaña” afirma: “La vida es un lugar donde no se puede vivir”.  A pesar de ello, escribió y vivió intensamente, configurando –en palabras de Ana María Moix “una auténtica manera de ser, de sentir, de pensar y de morir, absolutamente incontaminada por ningún tipo de impostura”. O en la apreciación de  Brodsky: “una libre pasión es insaciable”.

"Como a vinos excelsos a mis versos,/ también les llegará su hora", escribió una joven Tsvietáieva en 1913. Y estaba en lo cierto, aunque seguramente hubiera preferido ser testigo de su éxito. Contó con la admiración de Pasternak, Rilke y Anna Ajmátova ("Marina es mejor poeta que yo", reconoció ésta), pero la originalidad de su voz no le permitió integrarse en ninguno de los círculos literarios de su país ni de la emigración rusa. Tras la censura estalinista, su obra ha ido revalorizándose en su patria y dándose a conocer en todo el mundo. Hasta Nabokov matizó las críticas que había vertido en sus cursos sobre la difícil Tsvietáieva ("leerla sólo causa estupor y dolor de cabeza") pero sólo recientemente se ha publicado en Rusia su obra completa.

Por lo que respecta a nuestro país, hablar de la obra de Tsvietáieva es referirse a la paciente e ilusionada labor de la traductora Selma Ancira. Si Tsvietáieva "pulveriza las palabras, para hacer que suenen de una manera distinta", Ancira pone su admiración y profundo conocimiento de la autora al servicio de una interpretación como si de una partitura musical se tratara, donde las palabras se pautan con guiones para integrarse al ritmo de la melodía textual.

En la cuidada traducción de Ancira conocimos en los años 80 Cartas del verano (1926), que publicó Siglo XXI. Después  Anagrama dio a conocer El poeta y su tiempo y El Diablo. Y en años sucesivos y distintas editoriales fueron apareciendo sus traducciones de Carta a la amazona, Indicios terrestres, Poemas escogidos, 100 poemas, y el exquisito Un espíritu prisionero (Galaxia Gutemberg/Círculo de Lectores,1999), que recoge fragmentos del diario de la escritora, poemas, relatos y el texto que da título al volumen, una personal semblanza de la vida literaria europea en los años de entreguerras.


Precisamente, bajo el lema "Un espíritu no prisionero" se presentó un espectáculo poético-musical dentro de las jornadas celebradas el pasado noviembre en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires. El homenaje a la autora rusa contó con la participación de Selma Ancira, flamante ganadora del  Premio Nacional de traducción 2011, la voz de la cantautora Elena Forlova y la escenografía de Juan José Cambre.  
El camino del poeta arde pero no calienta,
arranca pero no cría, estalla y se quiebra.
Tu camino es el de enredadas cabelleras,
no pronosticado en el calendario del poeta. 

Fragmento final de "El poeta"

2 comentarios:

  1. Figuras rusas inolvidables - Pushkin,Marina Tsvietáieva -, todas ellas llenas de poesía, de profunda creación. Itinerario a lo maravilloso lo llamó Angelo María Ripellino.
    Saludos.

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  2. Sí,e itinerario de la pasión, de una vida y una escritura entendidas de acuerdo a la intensa medida del romanticismo, un camino no pronosticado.
    Saludos y gracias por tus palabras.

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