lunes, 31 de octubre de 2011

LA NIÑA DEL PELO RARO

«La ficción realmente buena puede presentar una visión tan 
lóbrega del mundo como quiera, pero ha de encontrar la forma de representar su mundo y a la vez echar luz sobre la posibilidad de estar vivo y 
comportarse de manera humana en él».
D.F.W.

La niña del pelo raro, de David Foster Wallace, apareció en 1989, tras la novela que supuso su debut literario –Broom of the System (1986) y antes de la monumental  La broma infinita (1996), que se convirtió pronto en obra de culto y brillante manifiesto de una generación desencantada.

Los diez relatos aquí recogidos aparecieron con anterioridad en  revistas de toda índole, desde Paris Review o Fiction a Playboy . Desigual es también su longitud, desde las escasas páginas de "Todo es verde" o  "Por suerte el ejecutivo de cuentas sabía practicar la reanimación cardiopulmonar", hasta las 160 del último, "Hacia el oeste, el avance del imperio continúa", que es más bien una nouvelle

En ellos alienta el experimentalismo de Wallace, su estilo torrencialmente expansivo, la irónica afectación consciente, el humor absurdo, la continua intromisión metaliteraria. Y están presentes muchos de sus temas: la crítica de una sociedad banal, adicta a las drogas y la televisión, la radical incapacidad para romper el cerco de la soledad, y la imbricación de elementos y personajes reales con estrambóticas ficciones.

David Foster Wallace

Entre todos, destacaré tres que me han gustado especialmente. El primero de ellos, "Animalitos inexpresivos", tiene por protagonista a una frágil joven que es la concursante más longeva del concurso televisivo Jeopardy! y que se convierte en la amante de la redactora de las preguntas del programa. Tiene una capacidad extraordinaria para contestar acertadamente a toda clase de temas, excepto a los relativos a animales. Sabremos que vivió una infancia de soledad cuidando a su hermano menor autista y que un día su madre –para contentar al amante de turno los abandonó a un lado de la carretera, con las manos sobre un poste de madera, esperando indefinidamente bajo la sola mirada de una vaca indiferente. Es también una de las escasas historias de amor de Wallace, una historia bastante tierna y triste, y un mosaico sobre los personajes y relaciones del mundo televisivo.

"Lyndon", publicado originalmente en Arrival, es un relato sobre el ascenso y caída del presidente norteamericano Lyndon B. Johnson y la relación con su ayudante David  Boyd. A través de la voz de este homosexual que idolatraba a su jefe, y de los testimonios de conocidos, citas de prensa o de discursos, se dibuja un hombre que era “un genio y al mismo tiempo un gorila”, una indomable fuerza de la naturaleza que creía ser la encarnación del mejor espíritu norteamericano y que consideraba que los jóvenes contestatarios del Vietnam eran un grupo de malcriados que necesitaban para corregir su enfoque “un poco de sufrimiento”. Es también un relato sobre la lealtad, el valor de los ideales y la aparición del sida.

La última y más extensa de las historias, "Hacia el oeste, el avance del imperio continúa", es también la más explícitamente metaliteraria. Seis personajes recorren en un coche de fabricación casera las carreteras rodeadas de ubérrimos campos de maíz de Illinois. Se trata de los últimos invitados a la reunión de todos los participantes en los anuncios de McDonald: una pareja de jóvenes que se conocieron en un taller de creación literaria, ella una odiosa escritora posmoderna y él un apuesto y vacío escritor bloqueado;  un eterno aspirante a actor que odia su cuerpo; una azafata que se siente un objeto, que presuntamente es la ex-mujer del director del taller literario, pero que quizás sea él mismo disfrazado; el malhumorado organizador de la vasta operación, paladín de la industria publicitaria; y su hijo, conductor y dueño de ese coche de retales, un músico atonal que se gana unos dólares haciendo de payaso Ronald McDonald.

Abundan las digresiones y agotadoras interrupciones del autor excesos con los que despacha su feroz crítica a los excesos de la literatura posmoderna el humor lúcido y esperpéntico, la crítica desatada contra los espejos falsarios de la publicidad y la narrativa y la reducción de cualquier intento comunicativo o creador a  recurso solipsista.

En resumen, reencuentro el mejor Wallace en estas páginas ya hace tiempo publicadas,  a las que siguieron las colecciones de cuentos Entrevistas breves con hombres repulsivos (1999) y Extinción (2004) y  los ensayos agrupados en Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer (1997) y Hablemos de langostas (2005). Este año Mondadori ha publicado en nuestro país El rey pálido, la novela póstuma de Wallace, que se suicidó en septiembre del 2008 tras una larga lucha contra la depresión y la adicción a los fármacos. La obra una reflexión sobre el aburrimiento y la felicidad– quedó inconclusa, como desperdiciado para siempre el desaforado talento de su autor.


David Foster Wallace. La niña del pelo raro. Barcelona: Mondadori, 2000. 478 p. Traducción de Javier Calvo Perales

2 comentarios:

  1. Me ha interesado siempre Wallace por su inventiva y apertura a nuevos métodos narrativos, su experimentalismo en muchas ocasiones conseguido.
    Lástima que sus depresiones acabaran con su carrera y su vida.
    Saludos.

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  2. Sí, verdaderamente era de una inteligencia poco común y vivió una lucha desesperada contra él mismo la mayor parte de sus días. Pero nos ha dejado mucha buena literatura -a veces irritante y excesiva- pero casi siempre brillante.
    Me alegro que te guste.
    Saludos

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