domingo, 3 de marzo de 2013

COMO RECORDANDO A DICKENS

Imagen: Dmitry Voinov

COMO RECORDANDO A DICKENS

En esta tarde sin más gato que una chimenea,
alguien me envía su reflector para esperar.
Esperar es el ámbito de una chimenea que no es llevada
por la tarde hacia ninguna parte.
Esperar es un gato que no existe, esperar es un ronroneo
donde la realidad no tiene la cuerda necesaria para
izarnos.
Pero esperar es también el único viaje conocido que
permanece en el gato que dejaron las chimeneas al
apagarse.
Cosas reunidas alrededor de la última página de ese
libro donde la tarde no volverá a llevarnos consigo.
Y están de más las chimeneas que solamente existen al
paso de ese gato que frota su lomo contra lo
desaparecido
para tejerlo mejor
en un ir y venir entrecruzándose hasta lograr este tejido
donde esperar era el gusto de lo consumado.
Tal vez allá en ese sitio se desarma esta tarde,
en el retrato de una mujer que la memoria lame
fielmente sin comprobarlo
para inventar la chimenea, la oscura callejuela
londinense, el sórdido mercado;
un fuego que tiene ahora entonación de ceniza donde
un reflector para esperar enciende.
Y es ésta la causa por la que los gatos son la continuación de las chimeneas o sucesos imprevistos en la
ceniza,
en los cuerpos que no envían reflector o memoria que
en el lomo de un gato o frente a la chimenea convertida en retrato de una mujer ausente,
acaso se dejaran todavía inventar.

Becerra, José Carlos , Fiestas de invierno, recopilado en El otoño recorre las islas. México: Ediciones Era, 1973.

2 comentarios:

  1. Sorprendente poema en un universo de palabras y en juego de imágenes. La demostración de que el juego puede ser un malabarismo de creación.
    Saludos.

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  2. Sí, ya habla Gil de Biedma del "juego de hacer versos -que no es juego-"
    Buen domingo, J.Julio.

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