No he vivido más que tú,
sino sólo lo bastante
para pensar de lejos
W. Szymborska
Prefería los gatos, las excepciones, los robles a orillas del Warta, Dickens a Dostoievsky, los países conquistados a los conquistadores. Fue hija de su tiempo aunque siempre supo que el tiempo no cambia lo esencial. Sobrevivió a una guerra y denunció sus monstruos. Imaginó a los ángeles aplaudiendo a Chaplin con sus alas, llamó a las puertas de las piedras e investigó el misterio del agua y de la arena. Defendió la risa generosa y la pornografía de la inteligencia. Ganó un Premio Nobel. Cantó a la mano portentosa de Thomas Mann y a la idiota perfección de la cebolla. No dejó de buscar preguntas y sopesar certezas. Sabía que la muerte era torpe y la vida un milagro prestado e inconcebible. Wislawa Szymborska dejó ayer su casa de Cracovia y hoy es esa mariposa blanca cuyas alas por fin le pertenecen.
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Wislawa Szymborska |
LA FERIA DE LOS MILAGROS
Un milagro corriente:
que se produzcan tantos milagros corrientes.
Un milagro ordinario:
el ladrido de los perros invisibles
en el silencio de la noche.
Un milagro del montón:
una nube menuda y ligera,
capaz de tapar la luna llena y compacta.
Muchos milagros en uno:
un aliso que se refleja en el agua
y que se vea invertido de izquierda a derecha
y que crezca allá con la copa hacia abajo
y que no llegue al fondo
pese a la poca profundidad del agua.
Un milagro cotidiano:
vientos de ligeros a moderados,
borrascas en plena tormenta.
Un milagro cualquiera:
las vacas son vacas.
Otro milagro, quiérase o no:
este huerto y sólo éste,
de esta pepita y sólo de ésta.
Un milagro sin frac ni sombrero de copa:
palomas blancas en desbandada.
Milagro, porque cómo llamarlo si no:
hoy el sol ha salido a las tres catorce
y se pondrá a las veinte cero uno.
Un milagro que no sorprende lo debido:
una mano tiene menos de seis dedos,
pero tiene más de cuatro.
Un milagro, y basta con abrir bien los ojos:
el mundo omnipresente.
Un milagro tan adicional como adicional es todo:
lo impensable
se puede pensar
Szymborska, Wislawa. Poesía no completa (antología). México: Fondo de Cultura Económica, 2002. Traducción de Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia. Introducción de Elena Poniatowska. 374 p.
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