viernes, 28 de septiembre de 2012

EL EQUIPAJE ABIERTO

Eduardo Naranjo. El mundo gris de Marina (1973)
Eduardo Naranjo. El mundo gris de Marina (1973)



EL EQUIPAJE ABIERTO

De todo comienza a hacer bastante tiempo.

Y en una habitación cerrada
hay un niño que aún juega con cristales y agujas
bajo la mortandad hipnótica de la tarde.

Comienza a hacer de todo muchos años.

Y la noche, sobrecogida de sí misma,
abre ya su navaja de alta estrella
ante la densa rosa carnal de la memoria.

Comienza a ser el tiempo un lugar arrasado
del que vamos cerrando las fronteras
para cumplir las leyes
de esa cosa inexacta que llamamos olvido.

Y llega la propia vida hasta su orilla
como lleva el azar la maleta de un náufrago
a la playa en que alguien la abre con extrañeza
—y esa ridiculez de disfraz desamparado
que adquieren los vestidos de la gente al morir.

Lejano y codiciable,
el tiempo es territorio del que sólo
regresa, sin sentido y demente,
el viento sepulcral de la memoria,
devuelto como un eco.

Como devuelve el mar su podredumbre.

Todas nuestras maletas
reflejan la ordenación desvanecida
de un viaje                                                                   
que siempre ha sucedido en el pasado.

Y las abrimos                                                                        
con la perplejidad de quien se encuentra
una maleta absurda
en esa soledad de centinela
que parecen tener las playas en invierno.


Benítez Reyes, Felipe, El equipaje abierto. Barcelona: Tusquets, 1996

miércoles, 26 de septiembre de 2012

RECUERDA QUE TÚ EXISTES TAN SÓLO EN ESTE LIBRO

Imagen de Jared Joslin
Imagen de Jared Joslin



RECUERDA QUE TÚ EXISTES TAN SÓLO EN ESTE LIBRO 

Agradece tu vida a mis fantasmas, 
a la pasión que pongo en cada verso 
por recordar el aire que respiras, 
la ropa que te pones y me quitas, 
los taxis en que viajas cada noche, 
sirena y corazón de los taxistas, 
las copas que compartes por los bares 
con las gentes que viven en sus barras. 
Recuerda que yo espero al otro lado 
de los tranvías cuando llegas tarde, 
que, centinela incómodo, el teléfono 
se convierte en un huésped sin noticias, 
que hay un rumor vacío de ascensores 
querellándose solos, convocando 
mientras suben o bajan tu nostalgia. 
Recuerda que mi reino son las dudas 
de esta ciudad con prisa solamente, 
y que la libertad, cisne terrible, 
no es el ave nocturna de los sueños, 
sí la complicidad, su mantenerse 
herida por el sable que nos hace 
sabernos personajes literarios, 
mentiras de verdad, verdades de mentira. 

Recuerda que yo existo porque existe este libro, 
que puedo suicidarnos con romper una página. 


García Montero, Luis Diario cómplice. Madrid: Hiperión, 1999

martes, 25 de septiembre de 2012

MAMÍFERO CON MANO EMPLUMADA

Imagen de Tony DiTerlizzi
Imagen de Tony DiTerlizzi. Caribbean Mermaid



THOMAS MANN


Estimadas sirenas, así debió suceder,
queridos faunos, muy honorables ángeles,
la evolución ha renegado enérgicamente de vosotros.
Imaginación no le falta, pero vosotros y vuestras aletas devónicas y vuestros pechos de aluvión,
vuestras palmas dactiladas y vuestras pezuñas, aquellos brazos no en lugar de, sino al lado de las alas,
vuestros, ¡miedo da pensarlo!, esqueletos birormes
con rabos intempestivos, cornudos por despecho,
o bien tramposamente pajariles, esos cuajos, esas concrescencias,
esos puzzles-chirimbolos, esos dísticos
que hacen rimar al hombre con la garza con tanto primor
que el pobre vuela, es eterno y lo sabe todo
—reconoced que en conjunto sería todo un chiste,
y un exceso constante, y crearía problemas
que la naturaleza no quiere tener y no tiene.
Por suerte, al menos permite a un pez volar
con desafiante destreza. Cada vuelo
consuela de las normas establecidas, indulta
la necesidad universal, un don
más copioso de lo indispensable para que el mundo sea mundo.
Por suerte, por lo menos tolera escenas tan fastuosas como la de un ornitorrinco nutriendo con leche a sus polluelos
Podría haberse negado y ¿quién de nosotros habría descubierto que le habían robado algo?
Y lo mejor es
que le pasó inadvertido el momento de la aparición de un mamífero
con la mano portentosamente emplumada con una Waterman.

Szymborska, WislawaPaisaje con grano de arena (antología). Barcelona: Lumen, 1997

lunes, 24 de septiembre de 2012

EL AMOR Y LA MUERTE

Ilustración de Maggie Taylor
Ilustración de Maggie Taylor


EL AMOR Y LA MUERTE

Sucede. El bosque permite que suceda.
Las hojas amarillean y caen.
Es así. Remolinos de viento se las llevan.
También se nos llevan a nosotros. Es así.
Yo no puedo cambiarlo.
Los saltos de la cabra  montés
de saliente en saliente –el último,
mal calculado, ¿quién intervendrá?
Jamás oí al bosque reclamar
sus hojas amarillas. El viento se las lleva.
Es así.
Pide algo que yo pueda darte: besos,
un abrigo de invierno nuevo, sinceridad.
Pídeme sinceridad.
El que susurra en tu reluctante oído
no es Dios, 
es tu viejo osito de trapo,
es el recuerdo de la abuela y la eternidad
bajo un tilo envuelto en el zumbido de los abejorros.
Lo que me persigue día y noche 
no son los demonios,
sino la muerte más vulgar: la mía.
Sobre nosotros dos ningún Eurípides
escribirá una tragedia.
Nuestro amor fue imperfecto,
pero al ser arrastrados por el viento
nuestras manos todavía se buscarán mutuamente.
Caen las hojas al suelo.
Lo que para algunos es un bello camino
es para otros un vómito de sangre.
Sobre la alfombra roja pone el ciervo
la pezuña y la liebre la pata.
Juntos amamos el árbol,
pero el árbol nos deja vivir,
nos deja morir. Es así.
Yo no puedo cambiarlo.
Es así.



Aspenström, WernerLitoral. Poesía sueca contemporánea. Nºs  127-129, 1983

domingo, 23 de septiembre de 2012

LOS DOMINGOS

Imagen de Jo Ellen van Ouwerkerk
Imagen de Jo Ellen van Ouwerkerk



Los domingos, pareciera
que Dios hubiera huido dejando un agujero en la mitad del mundo,
que Dios hubiera bostezado de tan mala manera y con tan mala suerte
que su boca hubiera quedado abierta como una enorme O
donde cabe la entera molicie de los hombres. Son días misteriosos
los domingos, con su rostro de sábana recién almidonada,
con su nostalgia de todas las cosas:
de las que nunca pudimos tener y ya nunca tendremos
y aún de las que nunca deseamos tener, pues es nostalgia
pura la tarde de un domingo;
y una horrible sospecha
de que estamos viviendo en un lugar ajeno
nos aturde el domingo a las tres de la tarde.
A veces el domingo es como un nido.
A veces su inocencia, la simpleza de sus calles vacías, de su cielo
parece que va a hablarnos, a otorgarnos
una revelación
imponderable

Bonnett, PiedadEl hilo de los días. Colcutura, 1995

viernes, 21 de septiembre de 2012

OTOÑO

Ilustración de Andrej Remnev
Ilustración de Andrej Remnev


El otoño se acerca con muy poco ruido:
apagadas cigarras, unos grillos apenas,
defienden el reducto
de un verano obstinado en perpetuarse,
cuya suntuosa cola aún brilla hacia el oeste.
Se diría que aquí no pasa nada,
pero un silencio súbito ilumina el prodigio:
ha pasado
un ángel
que se llamaba luz, o fuego, o vida.
Y lo perdimos para siempre


González, ÁngelOtoños y otras luces. Barcelona: Tusquets, 2001

lunes, 17 de septiembre de 2012

ETERNAMENTE LUNES


Fotografía de Enzzo Barrena
Fotografía de Enzzo Barrena

COMIENZA UN LUNES


La eternidad por fin comienza un lunes 
y el día siguiente apenas tiene nombre 
y el otro es el oscuro, el abolido.

Y en él se apagan todos los murmullos
y aquel rostro qua amábamos se esfuma 
y en vano es ya la espera, nadie viene. 

La eternidad ignora las costumbres, 
le da lo mismo rojo que azul tierno, 
se inclina al gris, al humo, a la ceniza.

Nombre y fecha tú grabas en un mármol, 
los roza displicente con el hombro, 
ni un montoncillo de amargura deja. 

Y sin embargo, ves, me aferro al lunes 
y al día siguiente doy el nombre tuyo 
y con la punta del cigarro escribo 
en plena oscuridad: aquí he vivido.

Diego, EliseoObra poética. México: Fondo de cultura económica de España, 2009

sábado, 15 de septiembre de 2012

MICROFICCIONES: LA SALVACIÓN

En recuerdo del maestro Adolfo Bioy Casares, nacido un día como hoy de 1914


Ilustración de Juan Carlos Verdial
Ilustración de Juan Carlos Verdial


LA SALVACIÓN

Ésta es una historia de tiempos y de reinos pretéritos. El escultor paseaba con el tirano por los jardines del palacio. Más allá del laberinto para los extranjeros ilustres, en el extremo de la alameda de los filósofos decapitados, el escultor presentó su última obra: una náyade que era una fuente. Mientras abundaba en explicaciones técnicas y disfrutaba de la embriaguez del triunfo, el artista advirtió en el hermoso rostro de su protector una sombra amenazadora. Comprendió la causa. "¿Cómo un ser tan ínfimo" -sin duda estaba pensando el tirano- "es capaz de lo que yo, pastor de pueblos, soy incapaz?" Entonces un pájaro, que bebía en la fuente, huyó alborozado por el aire y el escultor discurrió la idea que lo salvaría. "Por humildes que sean" -dijo indicando al pájaro- "hay que reconocer que vuelan mejor que nosotros".

Borges, Jorge Luis y Bioy Casares, Adolfo. Cuentos breves y extraordinarios. Buenos Aires: Losada, 2004

martes, 11 de septiembre de 2012

ENTRE PERRO Y LOBO

“Son los seres que fui los que me aguardan”
O. Orozco



Imagen de Dino Valls


ENTRE PERRO Y LOBO


Me clausuran en mí. 
Me dividen en dos. 
Me engendran cada día en la paciencia 
y en un negro organismo que ruge como el mar. 
Me recortan después con las tijeras de la pesadilla 
y caigo en este mundo con media sangre vuelta a cada lado: 
una cara labrada desde el fondo por los colmillos de la 
     furia a solas, 
y otra que se disuelve entre la niebla de las grandes manadas. 

No consigo saber quién es el amo aquí. 
Cambio bajo mi piel de perro a lobo. 
Yo decreto la peste y atravieso con mis flancos en llamas 
las planicies del porvenir y del pasado; 
yo me tiendo a roer los huesecitos de tantos sueños 
     muertos entre celestes pastizales. 
Mi reino está en mi sombra y va conmigo dondequiera que vaya, 
o se desploma en ruinas con las puertas abiertas a la 
     invasión del enemigo. 

Cada noche desgarro a dentelladas todo lazo ceñido al corazón, 
y cada amanecer me encuentra con mi jaula de obediencia en el lomo. 
Si devoro a mi dios uso su rostro debajo de mi máscara, 
y sin embargo sólo bebo en el abrevadero de los hombres 
un aterciopelado veneno de piedad que raspa en las entrañas. 
He labrado el torneo en las dos tramas de la tapicería: 
he ganado mi cetro de bestia en la intemperie, 
y he otorgado también jirones de mansedumbre por trofeo. 
Pero ¿quién vence en mí? 
¿Quién defiende de mi bastión solitario en el desierto, la sábana del sueño? 
¿Y quién roe mis labios, despacito y a oscuras, desde mis propios dientes?

Orozco, Olga, Los juegos peligrosos (1962). Poesía completa. Madrid: Adriana Hidalgo Editora, 2012.

sábado, 1 de septiembre de 2012

IGNORANCIA


Philip Larkin
Philip Larkin


IGNORANCIA

Que raro no saber nada, nunca estar seguro
de qué es cierto o acertado o real,
y verse obligado a puntualizar O eso creo,
o Bueno, eso parece:
seguro que alguien sabe.

Qué raro ignorar cómo van las cosas:
su talento para encontrar lo que necesitan,
su sentido de la forma, su puntual diseminación
de la semilla, y su voluntad para cambiar;
sí es raro,

incluso vestir ese conocimiento -pues nuestra carne
nos rodea con sus decisiones-
y sin embargo pasar toda la vida en imprecisiones,
pues cuando empezamos a morir
no tenemos ni idea de por qué.



Larkin, Philip, Las bodas de pentecostés. Barcelona: Lumen, 2007. Traducción y prólogo  Damián Alou